El diálogo integrador en las crisis de ansiedad
Cuando he sufrido algún episodio ansiógeno mi cuerpo guarda el recuerdo físico y emocional de la vivencia y tiende a protegerme de futuros episodios similares, la manera de hacerlo es la anticipación mental a través de pensamientos evitativos de la conducta de riesgo del tipo “si hago esto me puede suceder lo otro, así que mejor no lo hago…”. Estos pensamientos tienen buena intención, la de protegerme, y al mismo tiempo me limitan de manera más o menos severa en mi vida cotidiana.
La herramienta del Diálogo Integrador me puede ser útil si decido pasar a la acción transgrediendo la prohibición de los pensamientos limitantes:
– El pensamiento limitante inicial suele ir acompañado de miedo y de sintomatología física que es específica en cada persona (sudoración, palpitaciones, dolor en el pecho, dificultad para respirar…). Una propuesta sería tomar un objeto en una de mis manos que represente ese pensamiento limitante y el malestar físico asociado, puede ser una piedra, figurita… que puedo llevar en el bolso para estas situaciones. Al visualizar y tocar el objeto acoto mi malestar, le doy un lugar, una forma que es limitada, y así puedo visualizar y sentir como sostengo físicamente ese malestar y ese pensamiento.
– Me centro en mi respiración mientras sostengo ese objeto intentando que sea lo más consciente y profunda posible. La respiración es mi eje, en ella me sostengo y me equilibra.
– Tomo un segundo objeto en mi otra mano: piedra preciosa, figurita que me fortalece… Este objeto representa mi pensamiento posibilitador, esa otra parte de mi que me anima y me da contención.
– Establezco un diálogo entre los dos objetos, entre mi pensamiento limitante y mi pensamiento posibilitador, mirando y dando voz alternativamente a los dos objetos, como si de una representación se tratara. Mientras establezco este diálogo, permito que mi sintomatología física haga su recorrido a través de mi cuerpo, como si una ola me atravesara, confiando que tras llegar a su punto más alto iniciará su descenso… Yo me concentro en el diálogo entre los dos objetos y en mi respiración profunda, y mi cuerpo contiene los síntomas físicos.
– Conforme avanza el diálogo y el episodio ansiógeno hace su recorrido, mi pensamiento posibilitador va dando contención al pensamiento limitante, como un adulto contiene y acoge a un niño que se ha caído y llora hasta que se calma y puede volver a jugar.. Si sucede de esta manera voy recuperando la calma y continuo poniendo conciencia en mi respiración, hasta que siento que ya ha sido suficiente y hago que se despidan mis dos figuritas u objetos, como dos amigos que se despiden después de un rato de conversación, entonces los guardo y vuelvo poco a poco a recuperar mi actividad en mi vida cotidiana.
Los dos tipos de pensamientos forman parte de mi, los dos necesitan espacio y reconocimiento, y el diálogo me permite atenderlos a ambos, no se trata de una guerra o una lucha, sino de un diálogo y de un reconocimiento mutuo que me lleve a la integración de las dos partes.
Si en algún momento del episodio dialogante siento que es demasiado para mí, puedo pedir ayuda e interrumpir el diálogo, sabiendo que tendré nuevas oportunidades para establecer nuevos diálogos. Se trata de un entrenamiento progresivo que me permitirá ir tomando confianza en el Diálogo Integrador, de manera que con el tiempo los pensamientos posibilitadores irán tomando más espacio dándome mayor seguridad afectiva, y los pensamientos limitantes se irán sintiendo más contenidos y calmados, permaneciendo en estado latente y de reposo.